Te golpea en lugares que no esperas. Tocas la muerte sin llegar siquiera a un cero coma uno por ciento de la angustia que vivió la gente recluida allí.
Cada hangar está numerado y forma parte de un gran museo. Si se sigue el orden, se puede ver una cronología de los hechos. Usted no precisa pagar a un guía para que le explique lo que está viendo, incluso yo creo que se llega a sentir mucho más si uno la recorre solo, en silencio, conectándose con lo que se muestra sin que nadie le distorsione el vínculo entre la historia y la tragedia.
Es que está perfectamente diseñado para que uno se vaya metiendo en todo lo que pasó y cómo los hechos desencadenaron en un genocidio que uno no puede imaginar cómo la humanidad es capaz de tal maldad.
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En los hangares se presentan todas las pertenencias que dejaron los recluidos. |
De repente viene un demente y le dice que usted es un impuro y debe ser recluido para preservar la sangre pura que está destinada a gobernar el mundo. Ahí lo meten en un tren y se lo llevan para un lugar ajeno con esa familia que usted tanto ama. Llega al lugar y hace una fila para entrar. De primera le quitan esa valija que llevó consigo, donde había puesto esa camisa que le regaló su madre en su cumpleaños, el desodorante, su medalla de segundo premio en ajedrez, el libro que lee para cuando va para su trabajo y alguna ropa interior. Usted se queda solo con lo puesto. En frente hay un uniformado y un médico. Lo examinan ahí nomás y lo ponen en la fila de la derecha.
Recipientes donde estaba contenido el «Cyclone B». Compuesto químico de las cámaras de gas.
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Su madre, esa que le regaló la camisa y ya está entrada en años, pasa a la fila de la izquierda junto al nieto, el hijo de usted, de tan solo siete años. Puede ver a su vecino que también está en esa fila con su mejor amigo.
A usted lo mandan a un hangar, pero primero lo desvisten, lo rapan y le dan un uniforme a rayas. Ingresa al recinto y ve que tiene un pedazo de madera con paja por cama y debe compartirlo con dos personas más. De su madre, su hijo, su vecino y su amigo no sabe más nada. Nunca más los va a volver a ver, como a su antigua vida de trabajo, su camisa o su ropa interior. Tal vez, con los años, usted tuvo suerte y aguantó la falta de comida, el trabajo forzado de horas y horas, largas esperas a la intemperie parado en fila, tuvo que defecar en baños colectivos donde era usted el encargado de limpiar la mierda suya y de los otros. Con el tiempo, se encontró raquítico y con un número de serie por identidad. Créame, querido lector, si usted pisa Auschwitz nunca más va a tolerar bromas sobre Hitler, judíos o chimeneas.
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Foto tomada de otra foto. |
Luego de salir de allí usted se va para Birkenau en un bus que lo lleva gratis. Se baja en un lugar a campo abierto y sigue la línea del antiguo tren que depositaba a los presos cual ganado. Mira a su alrededor y puede ver en todo su campo visual el perímetro que trazan los alambres de púa y las torres vigías. Dentro ve las chimeneas donde quemaban a los muertos y los hangares que siguen continuándose incesantes, violentos.
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Birkenau |
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Baños en Birkenau |
NdelA: Este post fue extraído del libro «Letras de Viaje», de autoría propia
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La carpa a los pies de Birkenau |