El viajar me hace sentir que el mundo se mueve, que los paisajes van cambiando y que lo desconocido pasa a ser parte de la cotidianeidad. Me enfrenta al constante asombro y a la adrenalina que despierta lo desconocido. Hace que disfrute del perderme en el camino y del dejar que el viento me arrastre hacia algún destino. Me hace saborear el cansancio que te da el andar y me regala la sensación indescriptible de volar.
Pero viajar para mi tiene su sostén fundamental en el conocer gente, que es la puerta al conocimiento de la cultura de cada país, de cada región, de cada vida. Compartir con aquellos que construyen realidades nos acerca más los unos a los otros (un concepto muy Hippie, ya se) y nos hace ver que no somos tan distintos y que cada pueblo pasa las mismas necesidades, tiene los mismos reclamos y comparte las mismas alegrías. Ese intercambio cultural y ese diálogo entre distintas maneras de concebir el mundo es un motor de aprendizaje que enriquece a la persona constantemente. Ahí conocemos otros mundos y sus distintas maneras de transitarlo.
Frente a esto, decidí dejar mi rutina tal cual se me presentaba y salir a la ruta en busca de otras vidas, de otras realidades. Lo invito a participar de ese camino. Usted es libre de elegir. No tenga miedo; duele un poco, es cierto, pero no se preocupe porque el miedo a lo nuevo es inherente al ser humano. Es solo al principio. Después verá que vale la pena.